Testimonios

MI CAMBIO DE ACTITUD

Durante mi vida siempre entendí que algo extraño me pasaba pero no lograba saber que era.
Por más de que trataba de sentirme contenta y ser mejor cada día no lo lograba sino por momentos sin poder avanzar y crecer mucho tanto profesionalmente como espiritualmente.
En mi infancia logré ser una buena estudiante solamente hasta cuarto de primaria. A medida de que pasaron los años fui perdiendo el amor propio, la confianza en mí misma y por eso perdí mucho la concentración y mi rendimiento académico se vio muy afectado alcanzando bajas notas en el colegio. Empecé a tener dificultades muy considerables desde que comencé primero de bachillerato. Cuando tenía que presentar trabajos a los compañeros temblaba mucho y en muchas ocasiones permití con esa actitud que muchos de mis compañeros se burlaran de mi. Eso bajó cada vez más mi auto estima y me lleno de mucha inseguridad.
Ya no disfrutaba de ir al colegio, estudiar dejó de ser divertido y agradable para mí. Ya era una tortura e implicaba miedo y con frecuencia sentía que no lo haría bien y eso me llevo a muchos fracasos y equivocaciones.
El no lograr alcanzar mis objetivos y mis expectativas hizo que me sintiera muy frustrada y que me llenara de defectos de carácter: ira, resentimiento y odio. Con éstos defectos bloqueé mucho mi mente.
Una consecuencia muy negativa a estos defectos fue que aumenté mucho de peso y comencé a comer compulsivamente. La ira que tenía me llevo a comer muchas veces para llenar muchos vacíos emocionales que quería tapar y lamentablemente lo que hacía era auto destruirme y hacerme cada vez más daño.
A los 16 años comencé a visitar psicólogos para tratar de mejorar mi auto estima y vencer muchos miedos que cada vez eran más grandes. Parte de los síntomas que hicieron que mis padres reconocieran que ya estaba mal y necesitaba ayuda fue mi aislamiento, dificultades interpersonales y mis constantes enfrentamientos y mala relación con mi mamá.
Asumí el papel de la victima en todas las relaciones que establecía. Siempre me hacía la pobrecita, la incapaz y buscaba que los demás me tuvieran pesar. Esto afectó mucho las relaciones sanas con mis amigos, familiares, hermanos y compañeros de trabajo. Permití que muchas personas fueran más allá de mis límites porque no sabía ponerlos con amor.
Permití que muchas personas me trataran de manera inaceptable con ironía y con abusos. En mi vida laboral he tenido mas de diez trabajos debido a mi gran inestabilidad emocional. Lo mismo me ha pasado con las amistades. He tenido amigos en diferentes etapas de mi vida y no he logrado permanecer o sostener éstas relaciones por mucho tiempo.
Entendí hace unos pocos meses (2) que todo lo que yo hice fue repetir un rol mal aprendido de mi infancia debido al mal trato de mi madre por su alcoholismo y adicción al juego. Ella no supo tratarme de una manera sana y adecuada motivo por el cual me trató con mucha dureza, gritos con gran frecuencia, incomprensión, intolerancia y un amor muy equivocado y malentendido. Me sobreprotegió y me hacía las cosas enviándome mensajes de incapacidad. Entendí que lo que ella hizo fue producto de lo que aprendió de sus padres y no lo hizo para hacerme daño intencionalmente.
Incluso descubrí que la que más daño se ha hecho es ella misma porque ha acabado mucho con su salud con el licor (tiene presión alta y es muy nerviosa) y con el juego (es mentirosa, controladora y manipuladora) para poder tapar su enfermedad y adicciones.
Hoy en día he aumentado muchísimo mi autoestima, tengo un peso normal, como saludablemente, asisto con frecuencia a reuniones de AL – ANON (para familiares y amigos de alcohólicos), en algunas oportunidades a reuniones de AA (Alcohólicos anónimos) para entender la enfermedad de mi mamá.
Estoy trabajando en lo que me gusta, soy profesora de ingles y doy clases particulares. En dos meses he conseguido doce alumnos de diversas edades y estoy muy contenta dando estas clases. Además se han visto buenos resultados en mis alumnos y las mamás de algunos de ellos me han recomendado.
Me he acercado mucho a Dios desde la última depresión que tuve hace cinco meses. El entender que mi Poder Superior es el que me orienta, guía y conduce mi vida me ha dado paz y mucha tranquilidad. Ya se que no estoy sola pues tengo a Dios en mi corazón. Mi actitud es muy diferente en todo lo que me sucede. Veo oportunidades en todo lo que me pasa y cuando hay inconvenientes busco como solucionarlos y no me lamento o quejo por eso.
Soy una persona agradecida, positiva, trabajadora, comprensiva, tolerante, paciente, amorosa, amigable, espiritual y colaboradora. Se que tengo aún defectos de carácter que día a día trato de que éstos cambien por virtudes. Esto se puede lograr pero se debe ser muy honesto consigo mismo.
Tengo un novio con quien me entiendo muy bien, llevamos casi un año juntos, lo quiero y acepto como es. Es maravilloso y aunque reconozco que no es perfecto, le veo más lo bueno que lo malo y así hemos logrado crecer mucho como seres humanos y en nuestro camino espiritual.
Mi relación con mi madrea ha cambiado considerablemente. Desde entonces mis relaciones con las demás personas también. Deje de ser la víctima, veo a los demás iguales que yo. No me siento ni más ni menos que ellos. También me relaciono mucho mejor con mis hermanos y demás familiares (tíos, primos). Todo esto se lo debo a mi terapia con el Psiquiatra (Pablo Rodríguez) quien me ha ayudado a entender muchas cosas para hacer cambios en mi y en mi actitud. Considero que es un excelente psiquiatra porque me ha hecho comprender la razón de mis comportamientos sin juzgarme, echarme culpas y mucho menos echárselas a los demás. Además soy muy agradecida con AL – ANON. Participo mucho en las reuniones y presto servicio con frecuencia. También asisto a la iglesia y cada vez que puedo le agradezco a Dios por lo que tengo y por todas las bendiciones que de él día a día recibo.
Finalmente quiero resaltar que la clave de vivir bien es tener una buena actitud. Podremos así lograr todo lo que nos propongamos.